¿Qué son las hernias?

Una hernia consiste en una protrusión de las vísceras de la cavidad abdominal, que se salen a través de un orificio existente en las capas que soportan dicha cavidad. Puede ser congénita o desarrollarse a lo largo de la vida. Así, por ejemplo, un trabajo físico intenso, el aumento de la presión sobre la cavidad abdominal, la tos crónica o un exceso de presión debido al estreñimiento crónico pueden provocar la aparición de una hernia. Cuando las hernias son pequeñas, al principio los pacientes notan con frecuencia dolores en forma de tirón que aparecen sobre todo durante un esfuerzo o en situaciones de carga. A medida que la lesión evoluciona, puede producirse una hinchazón visible que se siente como un bulto bajo la piel. Esta protrusión surge cuando partes del intestino rompen las capas musculares que rodean la pared abdominal por todos lados. Aunque aproximadamente tres de cada cuatro hernias afectan a la ingle, no se limitan a esta región del cuerpo. La llamada hernia umbilical es la segunda hernia más frecuente de la pared abdominal. En este caso, se forma una protuberancia en el ombligo con el saco herniario inferior hacia fuera. Tras una intervención abdominal con apertura de la pared abdominal, la cicatriz implica un debilitamiento de la capa muscular. La llamada hernia incisional es una complicación frecuente después de las intervenciones citadas y afecta aproximadamente a uno de cada 10 pacientes. En este caso, se produce una protrusión del tejido.

¿Qué riesgos entrañan las hernias?

Mientras sea posible volver a empujar el saco herniario hacia su lugar, muchas personas viven con esta alteración, con frecuencia por miedo a someterse a una intervención quirúrgica. No obstante, una hernia no retrocede nunca por sí misma. Al contrario: con cada nueva rotura, la apertura de la hernia se hace más grande y las molestias aumentan. Si las asas intestinales que se han desplazado hacia el saco herniario quedan estranguladas en este punto y no se produce el recambio sanguíneo necesario, puede producirse un atrapamiento de ciertos órganos, una necrosis de los tejidos o una obstrucción intestinal, lo que, en el peor de los casos, puede poner en peligro la vida del paciente. Así pues, las personas que tengan una hernia deben acudir indefectiblemente a un médico especialista para iniciar a tiempo el tratamiento que proceda.

Diagnóstico de las hernias

Por regla general, si la hernia incisional, umbilical o de la pared abdominal es más o menos grande, puede detectarse con una simple exploración física. Para ello, el médico le pide al paciente que tense la musculatura abdominal y que tosa o presione, de manera que sea posible palpar mejor el punto en el que se encuentra la hernia y determinar la posición exacta de la misma. La ecografía resulta necesaria sobre todo en el caso de hernias más pequeñas que no pueden detectarse a primera vista. Además, la utilización de ultrasonidos permite comprobar si las partes del intestino del saco herniario reciben un adecuado suministro de sangre y si el contenido del intestino sigue moviéndose normalmente.

La curación solo es posible mediante una intervención quirúrgica

No existe ningún tratamiento no quirúrgico para tratar correctamente una hernia. La única posibilidad de curación consiste en cerrar la apertura de la hernia mediante una intervención quirúrgica. Existen dos vías de abordaje:
Las hernias se pueden reparar con la técnica abierta. Para ello, la hernia se deja expuesta a través de una incisión en la piel de aproximadamente 15 a 20 cm de longitud y se cierra sin tensión mediante mallas sintéticas especiales, lo que acorta el tiempo hasta que el paciente recupera su capacidad completa después de la operación. De hecho, por regla general, los pacientes pueden reanudar una vida activa en unos cuantos días. Además, el peligro de una nueva rotura disminuye considerablemente al usar mallas sintéticas.

En la técnica quirúrgica mínimamente invasiva, una pequeña cámara y el instrumental correspondiente se introducen a través de incisiones ínfimas en la pared abdominal. Además de reducir el dolor y deja cicatrices más pequeñas. El paciente puede retomar su rutina diaria más rápidamente.

Ventajas de implantar una malla

Si el orificio herniario se cierra con una sutura, existe un riesgo de aproximadamente el 50% de que se produzca una nueva rotura, puesto que la costura está sometida a un nivel de tensión considerable. Sin embargo, el implante de una malla sintética reduce a un mínimo este riesgo, puesto que cierra la hernia sin tensión y aporta una estabilidad adicional.

En este punto, la selección de la malla adecuada es un factor decisivo para el éxito de la intervención. Las mallas modernas se comportan como la pared abdominal sana. A pesar de su extremada resistencia a la rotura, permanecen elásticas y participan en todos los movimientos. Por su parte, el gran tamaño de los poros garantiza que el tejido del propio cuerpo pueda acomodarse para crear una unión estable entre el cuerpo y la malla.

¿Qué tipo de hernias hay?

El tipo de hernia que usted tenga depende de su ubicación:
Hernia femoral: es una protuberancia en la parte superior del muslo, justo debajo de la ingle. Este tipo es más común en las mujeres que en los hombres.

Hernia hiato: se presenta en la parte superior del estómago. Una porción de la parte superior del estómago se adentra en el tórax.

Hernia quirúrgica o eventración: puede darse a través de una cicatriz si usted ha tenido una cirugía abdominal en el pasado.

Hernia umbilical: es una protuberancia alrededor del ombligo. Sucede cuando el músculo alrededor del ombligo no se cierra completamente.

Hernia inguinal: es una protuberancia en la ingle. Este tipo es más común en los hombres. Puede bajar hasta el escroto.

Causas

Generalmente no hay síntomas. Algunas personas tienen molestia o dolor. La molestia puede ser peor al pararse, hacer esfuerzo o levantar objetos pesados. Tarde o temprano, la queja más común es una protuberancia que es sensible y está creciendo.
Cuando una hernia se agranda, se puede atascar dentro del orificio y perder su riego sanguíneo, lo cual se denomina estrangulación. Los síntomas incluyen náuseas y vómitos y no ser capaz de eliminar gases o tener evacuaciones intestinales. Cuando esto suceda, se necesita una cirugía urgente.